Hemos pasado Fin de Año en las Alpujarras de Granada. Reservamos un hostal rural en Bubión, Las Terrazas (sus dueños son una pareja de lo más acogedora) para despedir el 2016 y comenzar el año nuevo rodeados de sierra y rincones con un encanto muy especial.
Pasamos por Lanjarón, conocida por sus aguas saludables, pero no nos paramos pues ya habíamos estado anteriormente
La carretera de montaña estrecha de curvas a izquierda y derecha para llegar a Bubión, nuestro destino, la olvidé cuando contemplé la belleza de los tres pueblecitos escalonados en la ladera de la montaña: Capileira, Bubión y Pampaneira, enclavados en el barranco del Poqueira.
A pesar de que nos suene a gallego, la terminación -eira era bastante típica en la lengua mozárabe.
Bubión, en el corazón de Sierra nevada, con 300 habitantes y fuentes de agua cristalina en casi todas sus calles. El olor a chimenea impregna el lugar. Cilíndricas, con una especie de sombrerito, destacan entre sus sorprendentes tejados planos (que sigo sin saber cómo soportan la nieve en la temporada invernal). De calles estrechas y empinadas, con casas de piedra y pizarra y pintorescos soportales (tinaos), se respira paz en cada rincón.
En uno de los lavaderos de Bubión hay una placa de piedra con una inscripción: «Prohibido dejar las pilas sucias bajo multa de 25 pesetas».
Las campanadas del Año nuevo las pasamos en la plaza del pueblo, junto a un dos parejas encantadoras que conocimos en el hostal, con quien brindamos por muchos más viajes por disfrutar!
Andando se llega a Capileira por un sendero con impresionantes vistas al Veleta, Sierra Nevada (pendiente para subir algún día).
Capileira pertenece a la lista de uno de los pueblos más bonitos de España. Sin duda lo es. Es bastante más turístico y se ve que en estas fechas a mas de uno le gusta recogerse en sus calles salpicadas de jarapas y productos típicos de la zona. Con 600 habitantes, mantiene una arquitectura alpujarreña típica. Desde el mirador se observa el entorno a 1500 m sobre el nivel del mar. ¡Increíble!
Desde Capileira se pude iniciar la subida al Mulhacén. Es típico ver a las familias acercarse con los niños para ver la nieve a poco kilómetros del pueblo.
Otra joya es Pampaneira, a 300 metros más abajo de Bubión. A la entrada del pueblo encontramos una fábrica de chocolate, que no dudamos en visitar y adquirir uno con nueces. Y siguiendo la calle llegamos a una fuente, la Chumpaneira, donde se lee: «Es fuente de la virtud y tiene tal magnitud que soltero que bebe con intención de casarse no falla, pues al instante novia tiene».
No olvidéis probar el plato alpujarreño, os encantará, aunque luego ya sabéis, ejercicio para quemarlo jajajajaja.
En dirección a Trevélez, nos paramos Fuente Agria porque Francisco, el dueño del hostal, nos había recomendado visitar el Chorrerón de Pórtugos. es uno de los manantiales más conocidos de la zona por su alto contenido en hierro y sus propiedades medicinales, ideal para la anemia. Impresiona por el color y sabor, agua con gas con un potente sabor a hierro. El chorrerrón es una pequeña cascada de color rojizo que tiñe todo a su paso.¡¡¡¡ Espectacular!!!
Nos hablaron también del centro Budista de O´Sel Ling, inaugurado por el Dalai Lama en 1982, con maravillosas cabañas para realizar retiros y meditación, pero no nos dio tiempo a verlo, pues nuestro camino continuaba hasta Trevélez.
Trevélez es el pueblo más alto de las Alpujarras y de la península ibérica, a 1476 m de altitud. Popular por sus inigualables jamones, donde se curan con unas condiciones climatológicas excepcionales (por supuesto nos trajimos una muestra).
Con un desnivel de 200 m cada barrio (alto, medio y bajo), es un punto de partida para muchos senderos: las Siete Lagunas, el Pico del Rey y hasta el Mulhacén. Nos contaba Francisco que durante las fiestas de la Virgen de las Nieves el 5 de agosto, la subida la hacen por la noche, andando o a caballo, para ver la salida del sol desde el pico más alto de Sierra Nevada.
Los tres días en las Alpujarras con sus pintorescos parajes tocaban a su fin: Breve pero muy reconfortante la estancia en este conjunto histórico artístico. Habrá que repetir, pues se nos quedaron más rinconcitos.
Continuábamos hasta Sierra Nevada para pasar unos días en la residencia tiempo libre de Pradollano. Pero eso ya os lo cuento otro día.
¡Disfrutad viajando!
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